-¡Valentina,
Candela, Benicio! Mamá dice que a comer… -la voz de Sofia, llamando a sus
hermanos se repitió- Valentina, Candela, Benicio –los llamó de nuevo, y no le
hicieron caso- Papá no me hacen caso…
-¡Chicos!
–los llamó su padre- ¿no escucharon a su hermana?
-Ella
no manda –se quejó Benicio.
-Es
mayor… y si te dice que tu mama te llama le tenes que hacer caso.
-Pero…
-No
contestes Benicio, ¡hay que ver lo contestón que sos para los poquitos años que
tenes! –lo regañó su papa.
-Ya
soy un hombre, tengo cuatro años…
-Tina
y Cande no hacen caso…
-Cande
y Valen, son chiquititas, hermoso –dijo `Paula a sus espaldas- y no entienden.
Ahora anda con Sofia, para que te ayude a lavarte las manitos, ¿Si?
-Yo
solo.
-Bueno…
pero que te acompañe.
Dando
un salto antes de mirar hacia atrás, Benicio salió corriendo hacía el cuarto de
baño con Sofia pisándole los talones.
-Bueno…
-dijo Pepe, abrazando a su mujer de la cintura- vamos por las pequeñas ¿no?
Cande
y Valen, sus hijas más pequeñas, las gemelas de poco más de un año, estaban
tiradas en el jardín, jugando con sus muñecas. O al menos Valentina lo hacía, Candela
estaba más entretenida dando vueltas para dejarse caer de cola y aferrarse a
las hebras de hierba que tanto le gustaban a Pedro.
-¡Cande,
no tires de eso! –la pequeña lo miró con una radiante sonrisa, y tiró con
fuerza de un manojo de hierba verde, mientras reía. Paula no pudo contener la
risa, mientras Pedro se tiraba hacía la bebe, para agarrarla antes de que arranque
mas- Mala, Candela, eso no se hace.
La
bebe hizo un puchero, y miró hacía su doble, su hermana Valentina, a la que su
mamá había tomado en brazos, y acunaba entre ellos, Vale, la más tranquila de
las dos, jugaba a acunar a su muñeca como su mama lo hacía con ella.
-Apa…
-balbuceó la niña- ¿mami?
Pedro
sonrió, lanzando al aire a su pequeña, y haciéndola reír con fuerza.
-¡Vamos
a comer! –le dijo a las dos niñas, mientras agarraba a Valentina también- las
dos con papi…
Paula
sonrió, y sintió ese nudo de felicidad tan conocido en su estómago. Los deseos
de abrazar a su familia eran enormes, y cada día se sentía mucho más dichosa.
Pedro,
miró a su mujer besar a sus hijos, y sin poderlo evitar, sonrió. ¿Quién le iba
a decir que cuatro años pasaban tan rápidos? Increíble… pero podía decir que
eran los mejores de su vida, y no los cambiaría por nada…
La
interceptó en el pasillo, cuando ella cerraba despacio la habitación de sus
hijas. Tomándola por la cintura, la pegó a su cuerpo y enterró su cara en la
cuerva de su cuello inspirando su dulce olor que tanto lo embriagaba.
-¿Se
puede ser más feliz? –preguntó enamorado.
-Vos
me hace más feliz –respondió ella- cada día más… mucho más.
Las
lágrimas se reflejaron en los ojos de ella, y los cerró cuando él se inclinó
sobre ella para tomar sus labios, las gotas saladas se derramaron por sus
mejillas, gotas de felicidad.
Pedro
la abrazó con fuerza, mientras su lengua se deslizaba entre los suaves labios
de ella, tan lento que era torturador, tan delicado que la hacía anhelar, tan
suave que la hacía querer más, mucho más.
Lo
abrazó por el cuello, con fuerza, y se pegó al cuerpo de su marido. Llevaban
cerca de ocho años casados, pero sólo cuatro eran los que se podían considerar
como un matrimonio, uno realmente feliz.
Pedro
la alzó, y ella rodeó su cintura con las piernas, despacio y conociendo el
camino, Pedro la llevó hasta su habitación, mientras la besaba dolorosamente
despacio, mientras la acariciaba infinitamente suave y tiernamente. Los suspiros
de ella eran suaves, como los besos de él, sus respiraciones cada vez eran más
rápidas y agitadas. Un suspiro escapó entre los labios de Paula cuando él la
depositó sobre el colchón y la comenzó a desvestir. Toda prenda voló por el
aire dejando a los dos desnudos.
Sin
fuerza, Paula cayó sobre el cuerpo transpirado de su marido y ambos se
abrazaron…
-Te
amo, ¿lo sabes verdad?
Paula
asintió.
-Lo
sé, pero yo te amo más…
-Paula…
-Pepe…
¿tenes fuerzas?
-Mmm…
-¿Queres
leer?
-Mmm…
-Está
sobre tu mesita…
-Mmm…
Capítulo 18
Mi Gran Final Feliz.
El
cuerpo de él se estremeció.
-¿Está
terminado?
-Aja…
Se
colocó bien los lentes y abrazó a su mujer.
¿Quién
me iba a decir, que de un infierno iba a pasar a la felicidad total? La más
autentica, la más real. ¿Quién me iba a decir, que iba a sonreír cada día de mi
vida junto al hombre, por el que había llorado?
Sus
palabras que un día me retorcieron el estómago de miedo, ahora me hacían feliz.
Ambos
habíamos cometido un terrible error, y ahora el culpable ya no nos podía hacer
más daño. Y aun así, el error seguía siendo nuestro, no nos podemos culpar ni
excusar, y hubo mucho tiempo perdido, que no podremos recuperar.
Pero
por lo menos ahora nos tenemos el uno al otro, y cuatro hijos que nos hacen ser
más felices aún.
Puedo
decir que cometí un terrible error, que sufrí muchísimo al igual que él.
Pero
también puedo confirmar… que ahora soy la mujer más feliz sobre la tierra, una
persona que se siente amada, y que ama.
Y
que no cambiaría, nada de lo sucedido.
Tan
sólo me queda decir;
-Te
amo, Pedro Alfonso… más que a nada en este mundo, no lo olvides nunca, como yo
no olvidaré que me amas.
Y
así concluiré, mi historia de amor… la mejor que jamás pude escribir.
Paula…
FIN
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Y vivieron felices!♥
Espero que les guste este final!
Millones de gracias por haber leido esta historia!
Me pone contenta que haya gustado tanto!
Y gracias por la buena onda que tuvieron siempre!
Capaz pronto vuelva con otra adaptacion (esta en camino, nada seguro)
Y...
Gracias, gracias, gracias! :)
#Creditos a Ines!